viernes, 6 de mayo de 2011

El Valor de la Reputación

El manejo de la deuda pública es un elemento clave utilizado para evaluar el desempeño macroeconómico de cualquier país. Tradicionalmente en Guatemala, la deuda pública se ha manejado con adecuada responsabilidad, con contadas excepciones en el pasado. Aunque los indicadores de la deuda soberana de Guatemala siguen estando entre los mejores del Hemisferio, recientemente se han presentado algunos factores que ponen en riesgo la credibilidad que tanto ha costado construir: un aumento sospechosamente veloz del endeudamiento, la utilización de préstamos para financiar gasto recurrente, y la acumulación de un monto posiblemente elevado de deuda flotante. Es urgente retomar el camino del manejo prudente de la deuda.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

EL VALOR DE LA REPUTACIÓN

Ganarla requiere de un esfuerzo prolongando, pero es tan frágil que puede perderse muy rápidamente

Una buena reputación es un activo intangible de fundamental importancia para la vida de cualquier individuo, y también de cualquier Estado; ganarla requiere de un esfuerzo prolongando, pero es tan frágil que puede perderse muy rápidamente. Pese a sus múltiples problemas, el Estado de Guatemala ha podido construir, a lo largo de los años, una reputación de prudencia y responsabilidad en el manejo de la deuda pública que vale la pena preservar.

Con las excepciones de la obscura deuda de CELGUSA –que nunca fue formalmente una deuda estatal- y la “deuda inglesa” del siglo XIX, Guatemala nunca ha incumplido con sus obligaciones soberanas al exterior y ha logrado mantener unos indicadores de deuda ejemplares en el contexto latinoamericano. Sólo la descomunal irresponsabilidad fiscal del gobierno de Lucas García, que descalabró por completo la economía del país, dañó notablemente la buena reputación financiera ganada a lo largo de los años, la cual sólo pudo empezar a recobrarse a partir de los dolorosos ajustes iniciados en la década de los noventa del siglo pasado.

Aunque para el ciudadano de a pie resulta a veces difícil aquilatar la utilidad de tener una economía estable, un buen manejo de la deuda pública y una buena reputación en los mercados financieros internacionales, para los líderes políticos, empresariales y sociales debería ser esencial comprender que si se pierden esos factores –estabilidad y reputación-, las consecuencias pueden degenerar en una crisis que agrave las condiciones de pobreza e ingobernabilidad del país.

De no haber sido por la estabilidad económica y el manejo financiero responsable logrados en los últimos veinte años, Guatemala quizá habría sufrido mucho más los embates de la gran crisis mundial de los últimos años que, afortunadamente, nos sorprendió con un déficit fiscal relativamente bajo, abundantes reservas monetarias internacionales, deuda pública baja, expectativas inflacionarias ancladas que permitieron al banco central reducir las tasas de interés, y un sistema financiero en proceso de fortalecimiento dentro de un nuevo marco legal.

Incluso el entonces ministro de Finanzas, Juan Alberto Fuentes, se dio el lujo de aplicar una política fiscal moderadamente anti-cíclica (expansiva) para contrarrestar los efectos recesivos de la crisis, lo cual habría sido impensable si las variables macro no hubiesen estado bajo control. Si bien la crisis afectó la economía y redujo el ingreso per cápita, las condiciones de estabilidad y la reputación financiera del país posibilitaron que los flujos de capital continuaran financiando la actividad productiva privada y gubernamental.

Sin embargo, existen límites a lo que el gobierno puede hacer para mitigar los efectos de una crisis mundial: la idea original detrás de la política fiscal expansiva impulsada en 2009 era que ésta fuera estrictamente temporal. El déficit fiscal debía reducirse gradualmente del pico de 3.3% (como porcentaje del PIB) ese año, a sus niveles históricamente sostenibles de menos de 2%. Eso no se cumplió y el déficit fiscal ha continuado rondando el 3% del PIB en 2010 y 2011, lo cual ha requerido que el gobierno aumente aceleradamente su ritmo de endeudamiento.

La deuda pública no es mala per se, siempre que se destine a financiar obras de infraestructura que aumenten la capacidad productiva del país. Lo auténticamente alarmante es que el ritmo de endeudamiento se está acelerando, cuando debería decelerarse; que, en violación de la Ley Orgánica del Presupuesto y de toda prudencia económica, se estén usando préstamos para pagar gastos corrientes (como el aumento de sueldo de los maestros); que exista una deuda flotante que nadie sabe a cuánto asciende ni qué obras financió (razón por la cual el propio Fondo Monetario Internacional ha aconsejado una auditoría externa de dicha deuda antes de reconocerla).

Todos estos factores son una amenaza a la estabilidad financiera del Estado guatemalteco, tan arduamente lograda. El mantenimiento de la reputación de estabilidad financiera del país debe ser una prioridad, pues de lo contrario las consecuencias pueden nefastas para el bienestar de los guatemaltecos, especialmente de los menos privilegiados. Bien dijo Cervantes que una onza de buena fama vale más que una libra de perlas.

Comentarios de los Lectores
  • Claro está que la reforma fiscal es muy recomendada para nuestro país en estos momentos, no es justo que solo los pobres paguemos impuestos mientras que los empresarios se hacen cada vez más
    ricos y ni siquiera son capaces generar fuentes de empleo para la población, de hecho esa es su principal función como sector empresarial y en vez de eso lo que haces es evadir impuestos.

se dan cuenta que es necesario apoyar una reforma fiscal, y tanto que la han
criticado, pero me alegra que sea este gobierno el que este impulsando dicha reforma, y no otros que solamente quisieran hacerlo para beneficio propio y no de la población, con esa reforma estaríamos ya mejor todos

Yo apoyo con todo la propuesta hecha por el gobierno sobre la reforma fiscal, con esto por lo menos tendrá un poco más el ejecutivo para el ejecutar el gasto público en catástrofes, y desastres
naturales. Es necesario que en Guatemala los que tienen más, paguen así como tienen, y no seguir robándole a la gente pobre.

En Guatemala son los ricos los que construyen la riqueza, son los que tienen el
mayor control adquisitivo del país, y esto no es gracias a su esfuerzo, ni a su sudor diario, ni mucho menos que sea por inteligencia en los negocios, muchos solo lo han heredado. Pero lo cierto es que teniendo todo eso, son los que menos invierten en el país, son los que menos tributan, y son los que menos
desean apoyar una reforma fiscal, si el que nada debe nada teme.

Y que con esto, solo los mas pobres deben de pagar por lo que consumen, si los empresarios son exonerados de materias primas para que puedan trabajar en Guatemala, y por que ellos no son generadores de empleo, y no se les cobra por eso que no pagan, porque si hablamos de la reputación, entonces temo decir que los empresarios ni tienen esta, sino solo las primeras letras de esa palabra, pues
no conocen nada de la verdadera realidad de Guatemala, una reforma fiscal vendría bien en estos momentos de la vida.

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